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La Adoración. Capítulo 4

 Imagen: Matías Miguel Clemente. Alba (Piamonte).



Sí, la infancia, ¿pero por qué?¿Qué tenías tú que ver con ella?
No ser tiempo, me dije. También la infancia crece iluminándose
y, si juráramos haber seguido sus huellas sin perder la cuenta,
una a una, nos habría conducido a un palacio iluminado donde
celebrar siempre su victoria. También la infancia fue vivida y no
tuvo un final. Igual que tú, prometió algo que no coincidia con
la vida. ¿Y se fue?¿Y te fuiste?

De La Adoración. Capítulo 4. Desde que somos un diálogo.
Juan Andrés García Román.
Sólo este fragmento me ha dado más que luz que todo un verano.

2 comentarios:

Israel dijo...

Hace años, un día de biblioteca de esos que uno se levantaba a mirar entre los estantes de crítica literaria para oxigenarse y encontrar algo al leerlo lo ozonizase vi algo que me transmitió un espíritu parecido a esto que pones.
Era un fragmento de Cernuda en el que se recordaba viendo de niño una procesión y cómo lo que enseñaba era algo tan contrario al vitalismo de su mundo de mitologías.
Es tan curioso como en demasiadas ocasiones lo que coincide con la vida es diametralmente opuesto al vitalismo...

matías miguel clemente dijo...

Es una de las paradojas que más hondura producen. También resulta ambiguo según la velocidad desde la que uno mira al retrovisor, seguro. Besos hermano.